Hoy he leído que unos físicos estadounidenses han conseguido alcanzar por colisión de iones de oro no sé cuantos billones de grados, mucho más que la temperatura del sol. Y todo esto para intentar esclarecer la formación del cosmos. [Se deben haber fundido por lo menos todo el oro de la casa real británica. Miedo me da esta familia si en plena discusión se tiran los trastos (halajas) a la cabeza...]. Lo que no explican es si este experimento también puede suponer un avance en el calentamiento global terráqueo.
El titular rezaba así:
Un grupo de científicos ha generado, en el Laboratorio Nacional de Energía de Brookhaven, en Nueva York, la temperatura más alta detectada jamás, cuatro billones de grados centígrados (250.000 veces más calor que el registrado en el centro del Sol).
Imagen producida por el choque de los iones de oro que ha alcanzado la temperatura más alta detectada jamás. Foto: BROOKHAVEN NATIONAL LABORATORY
(Noticia publicada en El Periódico)
Estos artículos leídos con los primeros sorbos de café pueden ser contraproducentes. Que se pueda aumentar tantos grados la temperatura y rebajarla tan poquito a mi me ha dado qué pensar...
(En escalada evidentemente; y más concretamente en el domingo pasado. Si el laboratorio hubiese estado en El Bruc en vez de en Long Island, algo de calor hubiésemos rascado a pie de vía, no? Pincha aquí para saber qué ocurrió el domingo).
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